Jane Eyre- Charlotte Brontë

 Los libros clásicos sobre amores imposibles fueron grandes éxitos en la historia, particularmente en los tiempos en que la sociedad seguía teniendo un alto grado de puritanismo y las relaciones de este tipo eran condenadas por todos. Tal es el caso de Jane Eyre, novela autobiográfica de Charlotte Brontë que trata sobre un amor a todas luces condenado por la sociedad del momento.

Los sucesos son relatados en primera persona por Jane Eyre 10 años después de su unión formal con el señor Rochester, a quien conoció por ser el tutor de una niña a quien le correspondió educar y atender, como institutriz. 

El drama acompaña a Jane Eyre desde los primeros años de su vida, ya que al morir su madre, el hermano de esta (su tío) se hace cargo de ella. Con apenas 10 años de edad le corresponde vivir tal infortunio, que aún empeora cuando el tío fallece y su esposa, quien había prometido cuidarla con esmero como si fuese fruto de su vientre, la maltrata y hace la vida imposible. 

Sin embargo, el carácter indómito de Jane la hace quejarse y protestar constantemente por los malos tratos, ante lo cual, la cruel madrastra la interna en Lowood,un instituto para señoritas con una bien ganada fama de estricto, llegando a extremos de abuso para la edad de las niñas. Sin embargo, al ganarse el aprecio de Temple, directora de la institución, a Jane se le hace más llevadera su estadía y termina aprendiendo, entre grandes sacrificios y privaciones, a ser una señorita de bien.

Por primera vez fuera de la institución

Su vida desde su infancia, transcurrió entre las paredes del instituto, las salidas eran limitadas por la estricta normativa, por lo que una vez Jane pasó 3 años como maestra en la institución y habiendo fallecido su mentora, la señorita Temple, decidió que era hora de conocer el mundo y anunció sus servicios como institutriz, profesión que siempre tenía alguna demanda y condiciones ventajosas, ya que familias adineradas buscaban este tipo de personas para brindar una educación de calidad a sus hijos. 

Fue así como Jane es contactada por la señora Fairfax, ama de llaves de una gigantesca mansión en Thornfield, para cuidar a una pequeña de 8 años, de nombre Adèle Varens. 

Hasta este punto, la novela transcurre en un estilo y ritmo muy pausado, podría decirse que aburrido, al conocer al señor Rochester las cosas empiezan a tornarse más interesantes, al comienzo por una extraña risa, histérica, que Jane escucha en varias ocasiones en la mansión y que siempre le es explicada como la risa de Grace Poole, una de las empleadas a quien nunca logra visualizar. 

El misterio de Grace Poole y el amor de Jane

El tema moral, donde el feminismo toma fuerza como recurso para justificar la decisión de la protagonista, llega cuando en la historia conocemos que el señor Rochester ha actuado de manera horrorosa en un matrimonio anterior, que Grace Poole no es quien creemos y que de pronto, Jane tiene que tomar una decisión. 

Ante esta coyuntura, el lector pensará lo mismo que los escandalizados críticos de esta obra, pero quizás ha sido esa misma polémica lo que impulsó su éxito. A pesar de que sus pocos familiares o personas cercanas le piden alejarse de aquella situación, Jane parece reflexionar luego de enterarse de un accidente ocurrido al señor Rochester y corre desesperada a su encuentro. 

Este desenlace, que no debería tornarse sorpresiva para el lector, sí lo es, por cuanto al entrar en la historia, se espera otro tipo de reacción. 

Ubicando cronológica y socialmente a la novela, podemos pensar en ella como parte de una transición en la aceptación general de este tipo de literatura, que pasa también por Madame Bovary, publicada apenas 10 años después y donde el reto a la imagen sumisa y pura de la mujer que reclamaba la sociedad conservadora es aún mayor.

Sin embargo, con Jane Ayre, a diferencia de Madame Bovary, se mantiene un aire de pureza e inocencia hasta el final de la novela, considerando que la protagonista termina su historia, habiendo conocido y amado a solo un hombre en toda su vida, su decisión final de quedarse a su lado se corresponde de manera más pura con los sentimientos, de ahí que sea la preferida de muchos seguidores de las novelas románticas clásicas.